Fa una estona us parlava de la meva admiració i del meu agraïment per Laura Gutman. Durant el seminari que va impartir el passat cap de setmana a Barcelona, va presentar el seu nou llibre que ja està a la venda, La revolución de las madres. Encara estic llegint Puerperios y otras exploraciones del alma femenina, de la mateixa autora, però ja estic frisant per encetar la lectura del seu nou llibre. Aquí us en deixo un fragment:
La revolución nuestra de cada día.
La nuestra es una revolución silenciosa, amorosa y pacífica. Es una revolución doméstica,en el sentido más sublime del término. Es un cambio cotidiano, permanente, cariñoso,tierno y compartido.
Hacemos la revolución cada mañana cuando despertamos sudando envueltas en el cuerpo del niño pequeño. Cuando la divinidad femenina se hace presente a través del alimento que ofrecemos. Cuando organizamos los rituales familiares de comida, baño, limpieza, orden, palabras, explicaciones, verdades nombradas, diálogos abiertos, comprensiones compartidas y sueños soñados. Cuando somos anfitrionas de las celebraciones. Cuando cada día compartido y cada noche de descanso hacen parte de la nutrición afectiva.Cuando brindamos porque estamos vivos. Cuando el poder susurrante del agua nos adormece, y el poder hipnótico del fuego nos vitaliza.
Las madres hacemos la revolución cuando recuperamos nuestros rituales ancestrales, cuando defendemos los espacios íntimos, cuando hacemos silencio, cuando recordamos que somos la Tierra y que somos el Cosmos. Cambiamos el mundo cuando conservamos el valor sagrado que tienen los pequeños actos de intercambio humano.
La revolución de las madres acontece cuando nos dejamos fluir por la energía de las trece lunas de cada año. Cuando nutrimos, alimentamos, sanamos, atendemos, esperamos y estamos abiertas y receptivas para con los demás.
No importa que hayamos tenido vidas difíciles. Cada día es una nueva oportunidad para
mirar a un niño, y saber que está deseoso de alimentarse con nuestra sustancia materna.
Tampoco importa si se trata de un hijo propio o un hijo ajeno, porque ellos siempre permanecerán receptivos a los cuidados amorosos. Todos los niños saben que existe un
ámbito generoso y caliente latiendo en el corazón de cada madre, potencialmente útil y nutritivo para ellos.
mirar a un niño, y saber que está deseoso de alimentarse con nuestra sustancia materna.
Tampoco importa si se trata de un hijo propio o un hijo ajeno, porque ellos siempre permanecerán receptivos a los cuidados amorosos. Todos los niños saben que existe un
ámbito generoso y caliente latiendo en el corazón de cada madre, potencialmente útil y nutritivo para ellos.
Laura Gutman, Fragmento de "La revolución de las madres"
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